Thursday, June 22, 2006

Papá, no te vayas.


Que haces cuando tu hijo te dice : “Papá, me hiciste mucho daño cuando te fuiste”.
Nadie puede estar preparado para semejante comentario, menos viniendo de un pequeño inocente, que ya no lo es tanto.
Lo cierto es que cuando hay una separación, siempre hay dos actores : Los buenos y El Malo.
El Malo no sufre, anda feliz por la vida, al menos esa es la concepción del resto de los actores involucrados en este cuento de la separación, sobre todo cuando es “El Malo” quién ha decidido seguir su camino solo.
Los buenos se dedican a enjuiciar y condenar al malo, pues es él el mayor responsable de toda la tragedia. Son solidarios entre sí y van formando una red de ayuda, ya sea en beneficio propio o en perjuicio del otro.
Pero los hijos están afectos al daño colateral del conflicto. Muchas veces mal informados o influenciados por alguna de las partes construyen en sus mentes inocentes su versión de la historia y este es el costo que hay que asumir por tomar la decisión de partir, porque aunque tú le expliques razones, trates de hablar lo suficientemente claro para que logre entenderte, para él lo único claro es que no estás. Los por qué le son irrelevantes ante la falta del cariño, de la compañía, del juego y todo ese lado de amigo que se busca en un padre.

Nadie está preparado para estas cosas, uno cree que sabrá manejar las situaciones pero está claro que ante la mirada triste del ser que le has dado la vida te derrumbas y cuestionas. Sólo queda asumir tus actos y cargar con ese peso hasta que el tiempo haga su trabajo, maduren la mentes y se aclare la historia.